Ciudadanía digital y movimientos sociales en la era de la desinformación. Primera Parte
Actualizado: 18 ene 2021
A partir del surgimiento y constante desarrollo del internet, fundado sobre las bases de la libertad y control por todos (Castells, 2002), se crean nuevas formas de interacción social y conexión con el mundo. Como extensión del Internet, surge la realidad virtual, un espacio donde se reconfiguran las sociedades, se genera una infinidad de subculturas y corre un flujo inmenso de información. Para el ámbito político y cultural, la Web va a representar un atentado a los controles del poder, se dará un proceso de transculturación, se reubican ciertas prácticas culturales, mas no las degrada y también se genera un fenómeno que Nestor García Canclini denomina como hibridación, un proceso de reconfiguración cultural dado al inmenso intercambio de ideas, de material simbólico, signos, de productos y servicios, que van a permear las culturas de las diferentes sociedades conectadas en red. Una consecuencia de esto son una serie de repeticiones de prácticas culturales “ajenas” (transculturación). Aunque Canclini en su obra “Culturas Hibridas” no se refiere a la hibridación meramente como una reconfiguración de la cultura desde el ciberespacio, sino desde el punto de vista de los Medios Masivos de Comunicación tradicionales. Lo menciono en este ejemplo para aludir al mismo fenómeno visto desde la Web.

Foto: Crónica Global
El internet es una tecnología que tiene décadas existiendo, sin embargo ha evolucionado de manera rápida y ha cambiado comportamientos y hábitos de consumo. Los medios tradicionales de comunicación como la televisión, radio y prensa se han mudado a este esquema como nueva forma de difusión. La sorpresa fue, que los públicos ya no consumirían los contenidos de la misma forma. Ahora el usuario tiene el control del tiempo y espacio en este entorno de realidad virtual y un factor importante es que la información ya está inmersa en una plataforma horizontal de libre acceso y con poca regulación. A esta nueva construcción, Castells la llamará “Autocomunicación de Masas”. Una nueva teoría que analiza los procesos de comunicación desde la sociedad red, donde ahora el usuario es generador y receptor de contenido a la vez. Sin embargo, esta facultad ha sido utilizada de manera irresponsable por algunos ciberciudadanos. La cuestión no va tanto con el exceso de datos que crean. La problemática surge cuando nos encontramos con un flujo de información falsa dentro de la Web, tal es el caso de las noticias falsas o fake news en inglés.
En este sentido la Web tiene aspectos positivos y a la vez negativos para la opinión pública, ya que se dan diferentes niveles de confusión. La ciudadanía digital como comunidades de práctica insurgente ha sido el reflejo de una nueva forma de organización de la sociedad en un creciente espacio virtual. Independientemente de la descontextualización cultural que generará el inmenso flujo de información en la Web, como ciberciudadanos tenemos la oportunidad de tener espacios “libres” para convocar, organizar gente y para ejercer presión social desde una dimensión virtual. El ejemplo más sencillo es el uso de redes sociales. Uno de los primeros casos importantes donde el uso de éstas fueron fundamentales para ejercer presión a un gobierno fue la caída del presidente egipcio Hosni Mubarak, que tras 30 años de estar en el poder, la gente ya pedía una liberación de su autocracia. Los manifestantes usaban grupos de Facebook y publicaciones en Twitter con hashtags #Jan25”, #Cairo, #Mubarak, #Freedom, #Belive y “Egypt”, para hacer viral la situación y convocar a más gente a que se unieran a la causa, para después lograr la caída del presidente tras tres semanas de protestas en la Plaza Tahrir en El Cairo.

Foto: Mia Bernier. Haas School of Business at University of California, Berkeley.
Aunque el uso que se le da a las redes sociales por parte de los usuarios no siempre tiene una finalidad constructiva o “positiva”, debemos de entender que son grandes herramientas que nos permiten generar contenido de calidad, abrir espacios para el diálogo y debate bien fundamentado y no para recaer en situaciones de libertinaje y un uso burdo.